Dulcemente arrastrados como se arrastra un verso,
Cual nota triste, lindos y tristes, nos arrastramos.
Me pisaste como nuestros pies pisaban el ray grass,
Confiada, distraída, sin maldad. Como si nada.
Te abucheé. Como a los mandados que hay que hacer,
Una tarde de domingo, fría y gris, te abucheé.
Eras la planta, sin fruto ni flor que seguí regando.
Hasta secarme.
Yo fui esa canción, ronca y oscura, que vos cantaste.
Hasta apagarte.
Me dejé arrastrar porque el verso calzaba mejor,
La nota, era más triste, y el pasto más verde.
Me transformé en un animal de tu compañía.
Me diste abrigo y fui guardián de nuestra soledad.
Yo que nunca fui cometa en ninguna primavera,
Fui hoja seca en tu rama, que voló al olvido.
Eras la lluvia, que moja, que limpia y que entorpece.
Hasta secarme.
Yo fui ese fuego, sin luz ni calor, que alimentaste.
Hasta apagarte.
Responder